Amada mía:

¡Shhh! Quédate en silencio unos minutos, aplaca a tu mente, abre tu corazón y utiliza tu intuición, no para escucharme a mí, como lo has hecho tantas veces, sino para escucharte a ti misma, para escuchar a tu cuerpo.

Tu cuerpo es más sabio de lo que tú crees, cuando duele, cuando se inflama o cuando enferma; está tratando de decirte algo, quizá esté tratando de señalarte un problema aún mayor. No calles a tu cuerpo con la primera medicina que encuentres para calmar el síntoma, tú crees que con esto estás sanando a tu cuerpo, pero no es así. Cuando acallas tus síntomas, cuando no te permites escuchar a tu cuerpo, es como si quisieras tapar con un dedo el sol, es como ponerle un chupete a un bebé que no quieres que siga llorando, aunque desconozcas la razón de su llanto.

La próxima vez que tu cuerpo te hable, siéntate a escucharlo, pregúntale ¿qué le pasa? ¿Qué está tratando de comunicarte? ¿Qué necesitas en realidad? Y… ¡hazte caso! Prioriza la satisfacción de tus necesidades. Entre más te acostumbres a escuchar a tu cuerpo de esta manera, te darás cuenta que menos síntomas y enfermedades tendrás. Tu cuerpo ya no tendrá que gritarte lo que necesita, quizá con un susurro bastará para que lo escuches. 

Pide nuestra ayuda y nuestra asistencia para facilitarte esos momentos de paz para que puedas escuchar a tu cuerpo, estaremos gustosos de acompañarte.

Con todo nuestro amor,

Arcángel Rafael y su legión de ángeles

Fragmento del libro Medicina Espiritual, Sanando de la Mano de los Arcángeles.

 

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