No es nada nuevo que llevamos muchos años experimentando como humanidad un despertar de conciencia.

De manera lenta pero continua hemos estado migrando de un paradigma piramidal, controlador, masculino y basado en el miedo, a uno circular, con apertura a otras creencias e ideales, femenino y guiado por el amor.

Es importante aclarar que cada ser humano posee energía femenina y energía masculina por igual. Y lo ideal es que ambas polaridades convivan en equilibrio y en armonía.

Y este es justo el despertar que estamos experimentando, un necesario equilibrio entre estas dos energías.

Al inicio de nuestra especie, nuestra civilización estaba basada en un matriarcado y en una espiritualidad que honraba todo como su Dios. No existían guerras y coexistíamos con respeto con todas las demás especies.

Sin embargo, surgió el deseo de conquistar nuevas tierras, de poseer la riqueza del poblado vecino. Y en este momento toma el control una energía masculina basada en la violencia, la codicia y en la absurda creencia de que como humanos éramos superiores y que podíamos explotar y usar todo lo que habita en esta Tierra para satisfacer nuestros deseos y caprichos.

La energía femenina sufre una tremenda represión y comienza una historia para el ser humano rodeada de guerras, escasees, sufrimiento y una profunda desconexión con lo divino que habita en todo y en todos.

Y hace solo algunos años, esta energía femenina que llevaba demasiado tiempo delegada, comenzó a renacer. Como una llamada a buscar nuevos caminos, como un desencanto a nuestro estilo de vida y como un renovado impulso a traer orden y armonía a este Tierra y a los corazones de los seres humanos.

Esta energía es la que nos ha permitido entender que no necesitamos intermediarios para llegar a lo divino, que el verdadero maestro espiritual este dentro de nosotros, que todos somos uno, que hay muchos mas caminos y maneras de sanar, de generar abundancia, de relacionarnos con los otros y que nuestra existencia no se trata solo de sobrevivir y esperar a que cuando llegue la muerte alcancemos la liberación que tanto anhelamos, sino que nos ayuda a recordar que todo tiene un propósito divino,que nuestra existencia es muy valiosa y necesaria y que nunca dejamos el paraíso.

Lo que caracteriza a la energía femenina es su capacidad de nutrir, crear, sostener, fluir y saber esperar. Y sin duda, son características que todo proceso personal de evolución necesita.

Desde niña se que un mundo distinto es posible y siento, llena de esperanza, que estamos comenzando a gestarlo y a vivirlo.

Para acelerar este proceso, debemos de manera individual salir de las creencias arraigadas en el miedo y el sufrimiento y permitir que la energía femenina reprograme nuestro sistema de creencias a uno basado en el amor, la igualdad, el respeto, la tolerancia y la compasión.

Esta decisión no es solo importante para que nuestro despertar evolucione sino para que nuestra especie vuelva a recordar sus orígenes y el lugar que ocupa en este Tierra.

CLAUDIA CASTILLO

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